El fango
El fango
En estas últimas semanas nos están entreteniendo con una palabra que está generando grandes debates, críticas y polémicas: fango.
Nuevamente dentro de ese circo como califiqué en anterior post, se malgasta el tiempo en hablar, criticar a diestro y siniestro en lugar de debatir los asuntos serios para nuestra sociedad.
Hasta hace poco tocaba el turno en tirar piedras a modo de lapidación verbal y publica contra algunos familiares de ciertos diputados; se ha cambiado el mensaje y toca hablar, a veces en términos de cierta bajeza, de un material denominado “el fango” que, hasta hace poco, servía para construir edificios entre otras aplicaciones.
De nuevo se evita hablar de lo realmente importante y necesario: la economía de base, reformas sociales, control del fastuoso gasto público y del futuro de nuestra sociedad.
El fango según nuestra importante Real Academia de la lengua española se define como:
Lodo glutinoso que se forma generalmente con los sedimentos térreos en los sitios donde hay agua detenida.
Pues bien, hace miles de años en el Neolítico, ese material: tierra con agua, fue un elemento primordial en la construcción no solo de vasijas para guardar alimentos sino también formar unas piezas sólidas. Recalco “solidas”.
Parece que el origen del barro cocido como material de construcción, se dio en Mesopotamia, una de las hiladas de ladrillo más antiguas descubiertas son anteriores a 7500a.C. en el valle donde confluye las fronteras de lo que hoy son Iraq, Irán, y Siria.
Entre muchas otras aplicaciones del barro, cito algunas:
- Los romanos construían tinajas (ánforas) para con ellas conservar y transportar alimentos.
- En distintas culturas del Nuevo Mundo era habitual conservar restos humanos.
- En las antiguas viviendas, habitualmente se disponían de una o varias tinajas (hechas con fango) donde se almacenaba el agua.
- Aplicado sobre la piel, tiene un efecto hidratante y exfoliante,
- El ladrillo hecho de fango es resistente y duradero.
Con el famoso fango o arcilla o tierra con agua, hemos construido nuestras primeras edificaciones.
Sería muy adecuado que ese fango que nombran con tanta pasión de forma despótica, lo reconvirtieran en algo positivo: sumar esfuerzos en lugar de destruir.
Sumar ideas y construir unidos un edificio simbólico que nos aporte mejoras a todos nosotros. Sumar en lugar de restar.
Unidad, acuerdos serios pensando en todos y para todos. Construir con ese fango en lugar de dejar que siga siendo lodo, porque el lodo hunde a la sociedad.
Y si no saben construir con el fango, en lugar de utilizar la palabra para embarrar, por favor cambien de profesión, váyanse.
Necesítanos constructores que tomen esa tierra con agua y unidos la conviertan en edificios con mucha solidez.
Nos hace falta construir en lugar de destruir, y esas simbólicas piedras que utilizaban antes para lapidar a familiares de ciertos parlamentarios, pueden en lugar de lanzaras, mezclaras con el fango para darle todavía mas resistencia a nuestro edificio.